1 sept 2013

Lenguas que se enrollan

No sé si se habrán actualizado los libros de biología, pero recuerdo que durante muchos años cuando se nos explicaba la herencia mendeliana, un ejemplo típico de herencia autosómica dominante era la capacidad de enrollar la lengua. Esta idea la desarrolló Alfred Sturtevant, quien describió que la capacidad para hacer la U con la lengua era dependiente de un alelo dominante, mientras que los poseedores de dos alelos recesivos no podían hacerlo.

La proporción de población capaz de enrollar la lengua se encuentra entre un 68% y un 81%, y es superior en el caso de las mujeres. Si comparamos por grupos de edad es curioso observar como los niños pequeños no suelen ser capaces de hacerlo las primeras veces que se les indica cómo, pero que lo aprenden con los años. A los 6-7 años solo el 56% de los niños tienen esta capacidad, cifra que mejora al 70% a los 12 años. Esta es la primera pista para deducir que probablemente no se trate de un rasgo genético simple.

Si contemplamos los estudios familiares de herencia de este rasgo, veremos que los padres que pueden enrollar la lengua (R) tienen más tendencia a que su descendencia también pueda, aunque la correlación no es tan perfecta como debería serlo en caso de un rasgo de herencia dominante. Y lo más claro es que en el caso de dos padres que no tengan esta habilidad, un  34% de su descendencia sí sabe.

Padres   Hijos R     Hijos r  % R
R x R      928         104     90%
R x r      468         217     68%
r  x r        48           92     34%

El hecho más significativo es la diferencia que se ha encontrado en los gemelos. No todos los pares de gemelos monocigóticos (misma dotación genética) tienen la capacidad de enrollar sus lenguas. Si esta característica fuera absolutamente hereditaria, ambos hermanos deberían siempre tenerla; no obstante, la realidad prueba lo contrario.
 
No hay dudas que tras estas diferencias fenotípicas debe haber determinado funcionamiento genético, muy probablemente haya más de un gen actuando simultáneamente. Si bien las influencias medioambientales también deben desempeñar un rol en la adquisición de esta habilidad, aunque tampoco es fácil imaginar cómo el ambiente familiar es capaz de influir sobre esta habilidad.

Fuentes:
  • Sturtevant, A. H. A new inherited character in man. Proceedings of the National Academy of Sciences USA. 1940. 26: 100-102.
  • Martin, N. G.  No evidence for a genetic basis of tongue rolling or hand clasping. Journal of Heredity. 1975. 66: 179-180.

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